Hemos visto en elmundo.es un artículo muy interesante donde se ponde al descubierto todo el negocio criminal que hay detrás de las imitaciones o falsificaciones de productos. Ejemplos como que los hermanos Chedadi (implicados en la financiación de los atentados del 11 de marzo en Madrid) vendían falsificaciones por encargo, que los extremistas que pusieron la bomba en el World Trade Center de Nueva York consiguieron dinero gracias a la venta de falsificaciones de ropa de marca en Broadway o que el mercado de imitaciones de frenos y parachoques alemanes ha financiado durante años al grupo terrorista Hizbulá, nos deberían hacer pensar más sobre el aparentemente acto «sin consecuencias» de adquirir una falsificación de un bolso, una camisa, unas gafas o un reloj.
Lo más curioso de esto es que China, país de donde procede la mayoría de estas imitaciones, podría convertirse en la víctima del mañana porque cada día son más los productos «made in China» originales, fruto de la investigación de las empresas chinas. Por este motivo, las autoridades del gigante asiático empiezan a tomarse en serio la lucha contra esta lacra de nuestros días, aunque todavía habrá que esperar mucho tiempo para ver los resultados.